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PARA TODOS AQUELLOS AMANTES DE LA HISTORIA DEL SALITRE.
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FORMACION DE LA FUERZA DEL TRABAJO DEL SALITRE
El hecho que los yacimientos salitreros estuviesen localizados en el medio del desierto ciertamente constituía un serio impedimento al rápido establecimiento de una empresa comercial viable. El problema no era s6lo de carácter local sino que concernía a toda la costa occidental de América del Sur, a lo menos durante los primeros tercios del siglo XIX. De tal manera era escasa la mano de obra en esa época que los empresarios mineros y comerciantes de dicha costa occidental recurrieron a todas las formas conocidas de mano de obra, desde el sistema de esclavitud al de salariado. Por ejemplo, los contratistas británicos y franceses que explotaban las guaneras peruanas en 1842 acudieron al gobierno del Perú como parte también interesada buscando ayuda para reclutar brazos para las nuevas empresas. El gobierno declaró entonces que los depósitos de guano eran áreas penales a los cuales se enviaron convictos y desertores del ejército para trabajar en la extracción de guano. Esta mano de obra forzada fue suplida con mano de obra asalariada importada desde Chile. La situación era similar en la costa de Bolivia en 1842 cuando los "prisioneros de todas las cárceles de
Cuando la casa Gibbs fue nombrada consignatario exclusivo de la producción guanera del Perú, la provisión limitada de mano de obra debió ser suplementada con virtuales esclavos importados desde el Lejano Oriente. Aprovechando las ventajas de una ley de inmigración de 1849 que concedía un subsidio de 30 soles por cada "colono" importado en el país, contratistas peruanos comenzaron a transportar miles de coolies chinos para suministrar mano de obra a las plantaciones azucareras y a las faenas guaneras.
En efecto, hacia la mitad del siglo XIX, China se transformó en una fuente casi inagotable de fuerza de trabajo en una coyuntura económica mundial en que se produjo una aguda escasez de mano de obra. Algunos estudios demográficos corroboraron la historia china en el periodo que va desde 1741 hasta 1850: un considerable aumento de la superficie arable irrigada permitió un rápido incremento demográfico que elevó a la población de
La inmigración coolie era, en la práctica, un tráfico de esclavos. La ley que el Congreso peruano había aprobado en 1849 tenía la intención de atraer colonos de diversas naciones para resolver el “cuello de botella" que impedía satisfacer la creciente demanda de azúcar, algodón y guano en el mercado internacional. En teoría, el coolie era un trabajador libre que firmaba un contrato de inmigraci6n para establecerse como colono en Perú. Como China prohibió esta emigración, el puerto portugués de Macao y la colonia británica de Hong Kong eran los centros principales de reclutamiento. Los agentes de "colonización" transportaban en veleros a los coolies desde dichos puertos orientales hasta Callao en condiciones sanitarias sumamente precarias. La navegación duraba alrededor de 114 días y la tasa promedio de mortalidad en tránsito llegaba a 28%, extremadamente alta si se considera que el tráfico de esclavos africanos tres décadas antes sufría una merma alrededor de 10%.
Una vez en Perú, el agente de inmigración cobraba su premio legal en soles y vendía, no el coolie, por supuesto, sino el contrato firmado por el coolie. Era la posesión del contrato que otorgaba el derecho de usufructuar del trabajo del coolie por un lapso de 8 años. Se ha estimado que alrededor de 90.000 coolies sobrevivieron e viaje al Perú. Esta mano de obra esclava también llegó a playas chilenas pero en cantidades muy limitadas puesto que la escasez de mano de obra no era tan agobiante como en las costas de Perú y Bolivia. Los coolies no fueron ciertamente la única fuente de mano de obra sometida. En 1862, alrededor de un tercio de los habitantes de
Históricamente Chile Central fue la región principal que suministró un flujo casi permanente de mano de obra para empresas no agrícolas en la costa occidental de América del Sur. Un flujo intermitente puede ser observado ya en la década de 1830, principalmente en conexión con empresas mineras, ya sea de plata o guano en el Perú o, más tarde, oro en California. Esta emigración comenzó probablemente en 1830 cuando una cantidad desconocida de obreros chilenos fue transportada hasta Arequipa, en el sur del Perú, contratados como mineros. Este flujo inicial de emigrantes posee una importancia capital en el proceso de formación del proletariado en las regiones salitreras de épocas posteriores porque la emigración en si constituye el inicio de una transformación completa de una fuerza laboral de carácter rural en una clase obrera moderna.
Tal proceso de disolución de los lazos rurales tradicionales comenzó en el mismo Chile central. La diversificación de la estructura económico‑social de Chile había ya empezado con un desarrollo del sector industrial durante la década de 1860. En el sector agrícola, la tradicional hacienda o "fundo” subsistía como la unidad econ6mica predominante y la mano de obra estaba fuertemente ligada a la tierra por medio del sistema de inquilinaje el cual consistía básicamente en grupos de inquilinos a quienes se cedía el usufructo de terrenos cuya renta se pagaba con trabajo, normalmente en las tierras del hacendado. El sistema de inquilinaje, sin embargo, no podía funcionar sin una masa de "afuerinos” población campesina sin acceso al usufructo directo de la tierra y que vive en las márgenes de las haciendas donde encuentra trabajo temporal principalmente durante la época de cosecha. Esta población ha sido asociada a los casos frecuentes de bandidaje rural. Salazar caracteriza a los afuerinos durante el siglo XIX como un subproletariado”... cuya visión del futuro era persistentemente optimista, lo que era necesario para mantenerse en el camino y llegar tan lejos donde las oportunidades abiertas lo exigiesen. Y donde quiera que llegó, impuso su sello característico: trabajo duro, energía, viveza, pero también agresividad y una tendencia a flor de piel, para alzarse insurreccionalmente en su propio centro de trabajo o en las áreas colindantes con las consecuencias policiales que eran de prever."
Hacia mediados del siglo XIX, cuando la tierra arable se hizo más escasa debido al incremento de las exportaciones de trigo y cebada principalmente hacia el mercado británico, los terratenientes desarrollaron aún más el sistema de inquilinaje multiplicando el número de terrenos donde se admitió una nueva generación de inquilinos. La estructura resultante tendía hacia una explotación más intensiva de la tierra por medio del incremento del número de inquilinos establecidos en terrenos de tamaño más reducido y con menor acceso a ciertas tierras comunes. Esta especie de "segunda servidumbre" contribuyó al empobrecimiento de los inquilinos y a la reducci6n de oportunidades de trabajo temporal para los afuerinos quienes, en consecuencia, fueron empujados a emigrar a las emergentes regiones urbanas de Santiago y Valparaíso y también hacia los yacimientos mineros de Bolivia y Perú. Lo mismo ocurrió, sino con los inquilinos titulares, con los hijos de los inquilinos más pobres.
Es evidente que la mayoría de aquellos ex campesinos que emigraron (tanto afuerinos como inquilinos), lo hicieron hacia áreas urbanas dentro de Chile, atraídos por la nueva industria ligera en aumento y la construcción de ferrocarriles que en Chile comenzó a fines de la década de 1840 y que sólo una minoría emigró hacia las costas peruanas. Sin embargo, surge en este punto un elemento de suma importancia que necesita ser enfatizado: un número significativo de ex campesinos y ahora recién llegados a las áreas urbanas no rompió completamente sus vínculos con el campo, puesto que estaba todavía en condiciones de retornar "a casa" ocasionalmente en tiempos de cosechas. Por ejemplo, cuando se construía el ferrocarril de Santiago a Valparaíso entre las décadas de 1850 y 1860, los contratistas sufrían una reducción considerable de la mano de obra durante los meses de cosecha (diciembre a febrero) de manera que por varios años la construcció6n de ferrovías se hacia más lenta a se suspendía completamente durante dos o tres meses.
Este fenómeno refleja la fuerza de los vínculos de los ex peones con el medio rural donde después de todo, vivían todavía sus amigos y su familia. El beneficio económico del trabajo temporal en la cosecha no era el único incentivo para regresar. A menuda el salario del trabajo estival en el campo era menor que el salario urbano. El atractivo principal residía más bien en el sentido de pertenencia a una comunidad, aquella que se congregaba durante la cosecha en festividades tradicionales y ceremonias paganas o religiosas. En este sentido, aunque inmerso en una actividad económica de carácter capitalista, este tipo de obrero no está totalmente "emancipación” de las antiguas formas de producción, al menos no culturalmente. De ahí la diferencia fundamental que se produce entre la emigración campo‑ciudad dentro del país y la emigración campo‑exterior cuando el campesino decide emigrar a otras tierras más lejanas en que la distancia hace más difícil el cíclico reencuentro con la vieja comunidad campesina. La decisión de emigrar hacia el exterior, por lo tanto, supone un elemento más poderoso de ruptura con el sistema productivo tradicional y hace de los ex‑peones migrantes elementos más dispuestos a la transformación de "sub‑proletarios" en "proletarios".
También se debe enfatizar el hecho que muchos de los futuros proletarios de las pampas salitreras atravesaron previamente por un proceso de transformación social dentro de Chile mismo. La metamorfosis de peón rural a obrero industrial pasó por varias etapas primero, los peones eran sociológicamente expulsados del campo hacia las áreas urbanas dentro de Chile; luego emigraban hacia los yacimientos mineros u obras ferroviarias del Perú y finalmente terminaban como reclutas de las emergentes oficinas salitreras en las provincias de Tarapacá y Antofagasta. El más claro ejemplo de esta metamorfosis se observa en el caso de los trabajadores contratados por Henry Meiggs, quien, luego de haber construido los ferrocarriles más importantes en Chile durante la década de 1860 y 1870, se trasladó a Perú para ejercer también allí su "misión ferroviaria". Siempre la hizo empleando principalmente obreros chilenos, habiendo ensayado antes el empleo de mano de obra coolie con resultados insatisfactorios. Hacia 1871 se estimaba que alrededor de 20.000 obreros chilenos hablan emigrado a Perú de los cuales solamente 3.000 retornaron después de concluirse la construcción ferroviaria. De tal manera era activo en estos obreros el proceso de rápida transición social que su presencia en Perú ha sido asociada con el desarrolla de un grado incipiente de politización de los trabajadores peruanos motivado por el influjo de las ideas de los inmigrantes chilenos.
La emigración de trabajadores desde las áreas rurales de Chile central hacia las costas peruanas, unida a la mayor demanda de mano de obra ocasionada por el crecimiento de obras públicas y expansión militar durante el último tercio del siglo XIX comenzó a preocupar a los terratenientes chilenos quienes buscaron apoyo oficial para detener este flujo que hacia disminuir la reserva de mano de obra barata. Un dirigente de
No sorprende entonces que incluso antes de la guerra del Pacífico la proporción de habitantes chilenos en las provincias salitreras de Tarapacá y Antofagasta fuese relativamente alta. Según el censo peruano de 1876, de 38.226 habitantes de la provincia de Tarapacá, 9664 eran chilenos y en los distritos salitreros mismos la mayoría de los mineros era chilena. En la provincia de Antofagasta, un censo tomado en 1875 revelaba una población de 5.384 habitantes de los cuales 4.530 eran chilenos. En vísperas de la guerra, el número total de habitantes en ambas provincias salitreras, que más tarde constituirían el Norte Grande, era de alrededor de 45.000 personas un tercio de las cuales eran chilenos.
La guerra trajo consigo una disrupción considerable de las faenas salitreras, particularmente al inicio (1879‑1880) cuando las batallas principales tuvieron lugar en las dos provincias salitreras. Tan pronto como los chilenos ocuparon ambas provincias, las autoridades estimularon el restablecimiento de la producción y exportación del salitre. Obviamente, con conscripción forzada durante la guerra, las oficinas salitreras encontraron dificultades en procurarse un número suficiente de trabajadores para recomenzar la producción. Algunas oficinas, como aquella de Sacramento, fueron obligadas a cerrar "por falta de peones” mientras que la mayoría se quejaba que "el número de hombres es apenas suficiente para producir 200.000 quintales (11.200 toneladas)". Por otra parte, cuando se concluyeron las batallas en el Norte Grande, la guerra misma contribuyó a aliviar la escasez de trabajadores. En mayo de 1880 las fuerzas chilenas derrotaron al ejército aliado en la decisiva batalla de Campo de
Bajo administración chilena, después de la guerra, la mano de obra fue aumentada considerablemente con un número elevado de excombatientes que permanecieron en el Norte Grande. Incluso durante la guerra misma hubo soldados chilenos que desertaron y decidieron trabajar en las oficinas. Este flujo de ex soldados ciertamente aumentó durante
El diario
Otra fuente de mano de obra salitrera la constituyó la región del Norte Chico particularmente cuando la otrora famosas y ricas minas de cobre de
Diversos autores se refieren con frecuencia a la escasez de mano de obra en la región salitrera como una característica estructural del sistema productivo. O'Brien, por ejemplo, llega a afirmar lo siguiente: "A pesar del activo reclutamiento de trabajadores en el excedente de población de Chile Central, y de la oferta de salarios aumentados, los productores de salitre encontraron dificultades serias en satisfacer dichas necesidades incluso en tiempos de baja producción” Puesto que su estudio se refiere al período 1879‑1890, su afirmación es verdadera en lo central pero resulta exagerada en lo marginal: en tiempos de baja producción, incluso antes de 1890, se produjeron excedentes de mano de obra. La publicación póstuma del segundo tomo de su Historia del Salitre de Oscar Bermúdez explica que como resultado de la drástica reducción productiva de 1884‑1886 la mano de obra empleada disminuyó desde un promedio de 7.100 mineros en el bienio 1882‑1883 a 4.500 durante 1884‑1885. En aquel tiempo, explica Bermúdez, "las calles de Iquique y Pisagua se llenaron de cesantes en su casi totalidad indomiciliados y carentes de todo recurso. En marzo (1884) las autoridades de Iquique decidieron que se les diese acogida en el cuartel de policía y se les proporcionara alojamiento y raciones alimenticias. En abril fue necesario arbitrar medidas para descongestionar de obreros desocupados las ciudades de las dos regiones salitreras, trasladándolos al sur de Chile en transportes de
En realidad, ni la escasez ni la abundancia de mano de obra eran situaciones permanentes del sistema. Ambas situaciones estaban condicionadas por los vaivenes productivos, fluctuaciones en los niveles de salarios reales, grado de especialización de las faenas, condiciones económicas en la estructura agraria de Chile Central migraciones extrafronterizas de obreros bolivianos peruanos
Durante las décadas de 1880‑1890 la industria salitrera, experimentó una expansión substancial de la capacidad productiva la cual, ocasionalmente, provocó situaciones de escasez de mano de obra. En tales ocasiones, los industriales salitreros recurrieron a agentes de reclutamiento para efectuar expediciones a Chile Central y sur para efectuar el "enganche" de trabajadores. El sistema de enganche era ya practicado en diversas partes de América del Sur y en otras partes del mundo. Meiggs mismo recurrió al sistema para reclutar a sus obreros ferroviarios.
El sistema de enganche se prestaba a múltiples abusos. Montean, usando testimonios de la época, entrega una vivida y colorida descripción de las argucias de los enganchadores. El enganche estaba usualmente envuelto en un conjunto de rituales festivos. El enganchador debía usar su astucia e imaginación para deslumbrar a los incautos y convencerlos de las maravillas futuras en el fantástico Norte. Vestido a la moda con toques de extravagancia, ostentando su dorado reloj de cadena y brillantes anillos, el enganchador precedía a una banda de músicos la cual ejecutaba un ruidoso preludio a la plática propagandística del enganchador. Al futuro obrero de las salitreras "se le prometía un viaje pagado al norte, un gran salario, buena habitación, alimento a bajo costo, un patr6i formidable, cualquier cosa, con tal que se decidiera a abordar el barco. Lo que descubriera al llegar a tierra era su problema." Solamente en 1907
Antes de 1891 cada compañía salitrera efectuaba separadamente su tarea de reclutar mano de obra en Chile Central,, En tal año,
La agencia común de reclutamiento fue, en general, una iniciativa de gran éxito en solucionar el problema de “carencia de brazos” La agencia no sólo enganchó obreros en el sur de Chile sino también en Perú. De tal manera era efectiva la acción de reclutamiento de los patrones que, como se verá más adelante, durante la primera mitad de 1908, después de la gigantesca huelga de 1907, se trajeron a
A pesar de esto, los productores nunca cesaron de quejarse públicamente de la "escasez de brazos" en el sector salitrero. Es precisamente esta queja la que ha llevado a algunos historiadores a creer que la escasez de mano de obra era un problema estructural de la industria salitrera el cual contribuyó a mejorar la posición de negociación de los trabajadores. Es mucho más probable que los períodos de escasez de mano de obra hayan sido breves y raros y que tal escasez tenga más que ver con la necesidad de conservar en todo momento una cantidad suficiente de reserva cesante. Stickell comenta irónicamente que más de alguno justamente sostiene que "la escasez de mano de obra" era en realidad una escasez de salarios”.
Cuando los productores acordaran en 1884 formar una combinación al estilo de
CUADRO 1
MANO DE OBRA DE
| Oficinas en funcionamiento | Número de Operarios | Promedio por oficina |
1880-1884 | n.d. | 5.492 | n.d |
1885-1889 | n. d. | 7.362 | n.d |
1890-1894 | 46 | 14.215 | 309 |
1895-1899 | 46 | 18.685 | 389 |
1900-1904 | 69 | 22.661 | 328 |
1905-1909 | 102 | 36.774 | 360 |
1910-1914 | 118 | 46.470 | 393 |
Fuente: Chile, Oficina Central de Estadística, Sinopsis Estadística. 1916 (Santiago, 1918), p. 98
El Cuadro I muestra un aumento consistente de, número total de operarios en la industria salitrera, con una tendencia al crecimiento del número de mineros por oficina. Este flujo casi permanente de operarios es uno de los factores que explica el escaso desarrollo tecnológico de la industria y su alta intensidad de mano de obra. La supuesta escasez permanente de mano de obra habría actuado como poderoso incentivo para un mayor desarrollo tecnológico que, sin duda, no se produjo. El propósito de mantener una reserva constante de desempleados se menciona explícitamente en la correspondencia de
UNA MIRADA ARQUITECTONICA DE SANTA LAURA
Uno de los aspectos de mayor impacto de la modernidad arquitectónica fue la capacidad de sobreponerse a las restricciones que imponía el territorio. En ese sentido surgió una arquitectura utópica que, sin encontrar en las condiciones del lugar una restricción insuperable, realizó una obra cuya universalidad la hacía válida para cualquier sitio. La explotación del salitre en Chile, al promediar el siglo XIX, introdujo en el país la experiencia de la producción industrial a gran escala y junto con ella –tempranamente– aplicó en la construcción de sus asentamientos en zonas inhóspitas, las tecnologías y los conceptos propios del urbanismo y arquitectura modernos.
Los asentamientos humanos se han caracterizado por aparecer en lugares donde se encuentran condiciones que favorezcan la supervivencia. El valle central donde se fundó Santiago, surcado por los ríos Maipo y Mapocho, y con abundante fauna fue un ejemplo de ello. Esta condición de base era determinante para la ciudad y la arquitectura a que solían dar origen esos asentamientos. La relación entre vida humana, geografía y arquitectura pareció ser por siglos un vínculo ineludible que determinaba la edificación. En esta trilogía lo significativo era el punto de partida dado por la geografía y las condiciones de flora y fauna que asegurarían la pervivencia. Suelos aptos para la agricultura y existencia de aguas sanas fueron dos aspectos esenciales para la elección de un territorio que sostuviera la vida humana.
Bajo esas consideraciones el desierto de Atacama constituía un territorio con muy bajas condiciones para la vida estable que permitiera el nacimiento de centros urbanos. Pero durante la segunda mitad del siglo XIX irrumpió en Chile
Este hecho ejemplifica el cambio radical que estaba provocando la industrialización, trastornando –en el caso que nos interesa- la relación que parecía ineludible entre supervivencia, geografía y arquitectura. La tecnología y el capital al servicio de una producción inmisericorde rompieron la “lógica” que imponía la naturaleza y lograron crear y mantener asentamientos con características urbanas más allá de las limitaciones que la falta de agua y de vegetación, hasta entonces, habían hecho ver insuperables.
A este fenómeno cultural, marcado por la racionalidad científica que sostiene a la tecnología de la producción industrial incentivada por el desarrollo creciente del capital y del mercado, es lo que denominamos modernidad. Constituye, como en el caso que presentaremos a continuación, un cambio de escala en cuanto a la magnitud de los elementos puestos en juego y una modificación de la relación de orden con que se vinculan aspectos de la realidad arquitectónica. Si antes era condición sine qua non la existencia de agua y de vegetación en el lugar para fundar un asentamiento, ahora, la tecnología permitía salvar las carencias del territorio.
En esta perspectiva, la explotación del salitre y las Oficinas asociadas a ella fueron un modelo de ocupación de zonas áridas, inhóspitas, pero, además, en la experiencia de Chile, significó la introducción al país de la modernidad de la producción industrial y un precedente del orden arquitectónico moderno que hará su aparición en el país, de la mano de los arquitectos locales, en las primeras décadas del siglo veinte.
Bajo estas consideraciones, una Oficina salitrera constituía una especie de claustro de producción. La vida de obreros, empleados, administradores y las familias que los siguieron estaban ordenadas a ese fin. Podemos imaginar un paralelo entre las primeras fundaciones monacales en medio del territorio culturalmente inhóspito de
Estas aldeas de la producción que representaron las Oficinas salitreras dieron tempranamente testimonio del zoning que caracterizará la formulación del urbanismo moderno propuesta por el IV CIAM en
El proceso de producción del salitre está constituido por un conjunto de actividades que dan origen a los principales edificios del trabajo productivo: Edificio de Chancado,
El resto de los edificios siguen el mismo criterio en su concepción, incorporando materiales producidos industrialmente, tales como planchas de zinc, vigas y perfiles de acero, otros prefabricados como cerchas metálicas. Este panorama muestra la aplicación masiva e integral en la propuesta arquitectónica y urbana del conjunto de
UN PRODUCTO CON HISTORIA
Salitre
El salitre es una mezcla de nitrato de sodio (NaNO3) y nitrato de potasio (KNO3). Se encuentra naturalmente en grandes extensiones de Sudamérica, principalmente en la región norte de Chile, con espesores de hasta los
Se utiliza principalmente en la fabricación de ácidos (nítrico, sulfúrico) y nitrato de potasio; además es un agente oxidante y es usado en agricultura como fertilizante nitrogenado que puede reemplazar a la urea por su alto contenido en nitrógeno.
Otros usos son la fabricación de dinamita, explosivos, pirotecnia, medicina, fabricación de vidrios, fósforos, gases, sales de sodio, pigmentos, preservativo de alimentos, esmalte para alfarería, etcétera.
Historia
El auge del salitre tuvo lugar a mediados del siglo XIX, perdiendo importancia económica a partir del desarrollo y producción del salitre sintético, a fines de
El salitre ya no es tan solicitado como antes, su explotación es marginal ya que no es rentable económicamente. Pese a lo anterior, los procesos de producción dejaron un inestimable patrimonio histórico y cultural. Las oficinas salitreras, ubicadas en el Desierto de Atacama, reflejaron los medios y la forma de explotación que marcaron a generaciones de chilenos, bolivianos y peruanos. Sus instalaciones fueron declaradas como "Patrimonio de la Humanidad" por la Unesco en el año 2004.
Dos grandes hechos involucran al salitre con la historia de América del Sur y de Chile. El primero,
El segundo evento está relacionado con las complejas y brutales condiciones laborales de los trabajadores del salitre, que en 1907 culminaron en una gran huelga nacional y la masacre de miles de huelguistas en la trágica Matanza de la Escuela Santa María de Iquique. Es en esta zona de Chile donde nacieron grandes movimientos obreros, guiados por hábiles dirigentes anarquístas y comunistas como Luis Emilio Recabarren, fundador del Partido Obrero Socialista que se convirtió en el Partido Comunista de Chile.
Oficina salitrera, nombre que reciben los diferentes centros de explotación del salitre ubicados entre
Con el decaimiento de la venta del salitre durante los años 1930, la mayoría de las oficinas salitreras fueron desalojadas (produciendo un éxodo masivo de trabajadores a los principales centros urbanos del país) y desmanteladas. En la actualidad, quedan pocas oficinas salitreras en pie, erigiéndose como "pueblos fantasmas", las cuales se encuentran en su mayoría en mal estado. Las oficinas más conocidas son las de Humberstone y Santa Laura, ubicadas al oriente de Iquique y que desde 2004 son Patrimonio de la Humanidad.
FERROCARRILES SALITREROS
Este ferrocarril fue construido poco antes de
En 1873, el ferrocarril, construido con la trocha standard de Stephenson (1.435), fue transferido a la compañía Nacional de los Ferrocarriles Salitreros del Perú, la que luego se transformó en The Nitrate Railways Company Limited.
En 1887, después de
En 1890, mister North construyó un nuevo ramal hacia el sur, llegando hasta Pintados y Lagunas.
Entre las principales dificultades que debieron enfrentar los Montero durante su construcción, estuvo el difícil ascenso desde el nivel del mar hasta una altura cercana a los 1000 mts. en solo unas decenas de kilómetros.
En la sección desde Iquique a
En 1926 fueron encargadas tres locomotoras articuladas del tipo Beyer-Garratt, las que fueron asignadas al tramo Iquique - Las Carpas. Luego, en 1928 se adquirieron dos más, aun cuando para ese entonces la industriua salitrera ya comenzaba a declinar
Su estratégica ubicación en la zona convirtió rápidamente al "Nitrate Railway" en una empresa monopólica, obteniendo utilidades muy importantes durante muchos años. Precisamente para romper este monopolio, el Estado de Chile autorizó en 1914 la construcción de un ferrocarril fiscal con una trocha de 1 mt., entre Pintados e Iquique, el que solo pudo entrar en operaciones 14 años después, en 1928.
El Nitrate Railway había nacido a partir de varias concesiones de fechas distintas, las que fueron caducando progresivamente a partir de 1936, comenzando por el de Iquique a
Desde que el Estado se hizo cargo de la vía, se procedió a convertir a la trocha métrica el tramo desde Pintados a Iquique, abandonándose el trazado "fiscal" y dirigiéndose los trenes a través de la ruta del antiguo Ferrocarril Salitrero.
Una vez que la trocha fue cambiada, la mayor parte del material rodante con trocha Stephenson fue desmantelado, incluido un hermoso automotor a vapor.
TRABAJO EN LAS SALITRERAS
La explotación del salitre se efectúa en las oficinas con instalaciones de maquinarias antiguas unas y más modernas otras, que hacen el trabajo más difícil en aquéllas y más fácil en éstas. En las primeras, los obreros trabajan con grandes sacrificios; en algunas faenas en forma casi cruel; en las chancadoras, por ejemplo, rodeados de un polvo asfixiante y cegados, y en los cachuchos con un calor abrazador y sin seguridad para el trabajo; por eso las enfermedades y los accidentes son mayores en ellas. En las segundas, las maquinarias más modernas y perfeccionadas permiten un trabajo más fácil, más descansado, con menos sacrificio y más seguro porque se han subsanado algunas dificultades y peligros. Se ha dicho con razón que el problema obrero en el norte, en cuanto se relaciona con el desgaste de la vida y los accidentes del trabajo, es problema de mecánica e irá disminuyendo con nuevas instalaciones y nuevos sistemas de elaboración.
Los trabajos que ejecutan los obreros en las salitreras pueden dividirse en tres categorias o faenas: las de cateo y extracción del caliche, las de elaboración del salitre y la de talleres auxiliares.
- Faenas de Cateo y Extracción del Caliche: Se ocupan operarios llamados barreteros, particulares y carreteros.
- Barreteros: son los obreros que habren las calicheras por medio de barrenos con tiros de pólvora o dinamita, hasta dejar el descubierto el caliche en grandes trozos o colpas. Sele paga a trato por pie de terreno barrenado.
- Particulares:Son los que extraen los trozos de caliche, los dividen en pedazos más pequeños y los reunen en los acopios. Se les paga a trato, por carretadas, generalmente según la ley del caliche.
- Carreteros: Son los que cargan las carretas y las llevan al lugar de elaboración del caliche, hasta los chanchos o chancadoras. Trabajan también a tareas. La mitad, más o menos, de los obreros de una oficina se ocupa en estas faenas.
- Elaboración de Salitre: Aquí trabajan los acendradores, los llaveros, los desripiadores, los canaleros, los arrolladores, los canchadores y los cargadores.
- Acendradores o chancadores: son los operarios que trabajan en la trituración del caliche con las máquinas acendradoras o chancadoras, y triturado lo llevan en carros a los cachuchos hasta vaciarlos en éstos en las oficinas donde no hay correas que los lleven desde las chancadoras. Trabajan en grupo de seis a ocho operarios y a trato.
- Llaveros: son los que atienden los cachuchos donde se disuelve el salitre por medio del agua y del calor. Trabajan al día.
- Canaleros: son los que atienden la conducción del caldo con salitre a las bateas de enfriamiento. Trabajan también al día.
- Desripiadores: son los que extraen el residuo del caliche, ripios, barro, de los cachuchos terminado cada cocimiento y despues de escurrido el caldo con salitre, y lo llevan al campo de desmonte. Trabajan a trato y en cuadrillas.
- Arrolladores: son los que amontonan la mitad del salitre cristalizado en cada batea para facilitar su extracción. Trabajan a trato y en cuadrillas.
- Canchadores: son los que extraen el salitre cristalizado en las bateas y lo llevan a las canchas. Trabajan a trato y en cuadrillas.
- Cargadores: son los que ensacan y cosen los sacos de salitre en las canchas y lo transportan hasta los carros del ferrocarril. Trabajan a trato en cuadrillas de ocho a diez. Con frecuencia se ocupan en coser sacos. Un treinta por ciento más o menos de los operarios de una oficina se ocupan en estas faenas.
- Talleres Auxiliares o Maestranzas: Los operarios que trabajan en talleres auxiliares o maestranzas, como fundidores, herreros, carpinteros, etc. Trabajan al día, durante ocho a diez horas.
El trabajo de los barreteros es sacrificado y peligroso, a causa de la preparación de los barrenos y empleo de explosivos; el de los carreteros expuesto a accidentes frecuentes de volcaduras de las carretas, a causa de los malos caminos; el de los chancadores, por el polvo que les impide respirar y les ciega; el de los llaveros, canaleros y desripiadores por el calor que despiden los cachuchos, que pasa de los cincuenta grados y exige operarios de resistencia y vigor especiales, superiores a los de otras faenas; el de los cargadores, por el peso de los sacos y el salitre que les produce irritaciones en la espalda, etc.
Las condiciones de higiene y seguridad para los obreros en las diversas faenas, son, en general, deficientes: los locales en que trabajan carecen de suficiente luz, ventilación y desagues; el polvo en las chancadoras les molesta hasta obligarlos a trabajar con frecuencia con el rostro cubierto por telas o pañuelos de mano, y el calor y el desprendimiento de gases venenosos en los cachuchos a estar casi desnudos, hasta agotarles las fuerzas. Las máquinas, o no están protegidas, o lo están en forma defectuosa, sin aparatos preventivos de accidentes, por lo cual es frecuente la caída de los obreros a los cachuchos con caldo hirviendo. Se ocupan niños en máquinas y calderos con tareas abrumadoras para sus cortos años.